Sergio Bohe, apodado el «Monje Negro» en la política de Comodoro Rivadavia, ha sido una figura clave en la toma de decisiones dentro de la ciudad. Su rol en la sombra ha generado múltiples interpretaciones y controversias que aún hoy perduran.
Sergio Bohe es uno de esos personajes que rara vez ocupan el centro del escenario, pero cuyo poder hoy en día con la Intendencia de Othar Macharasvilli es innegable entre quienes conocen la dinámica política de Comodoro Rivadavia. Durante años, ha sido visto como una figura oscura, alguien que mueve los hilos para hacer negocios sin llamar la atención de las cámaras ni de los titulares. Este rol le ha valido el apodo de «El Monje Negro», una referencia a su supuesta influencia detrás de bambalinas.
Bohe ha estado ligado a diversas administraciones municipales y provinciales, actuando como asesor, consejero y, en ocasiones, como intermediario entre los distintos sectores políticos. Su capacidad para mantenerse en segundo plano mientras orquesta movimientos oscuros le ha ganado tanto aliados como enemigos en el ámbito político. Para algunos, es visto como un estratega hábil, mientras que para otros, su influencia para con Othar Macharasvilli es la culpable de la difícil situación en la que está Comodoro Rivadavia.
Las críticas a su figura no han tardado en surgir, especialmente en estos momentos de tensiones políticas donde el Municipio de Comodoro brilla por su ausencia en temas centrales para la ciudadanía. Diversos actores locales han señalado a Bohe como el artífice de decisiones controvertidas, aunque rara vez se le puede vincular de manera directa con alguna acción específica. Este halo de misterio que lo rodea no ha hecho más que fortalecer su imagen de «Monje Negro», alguien que maneja los resortes del poder desde las sombras.
A pesar de las luces y sombras que rodean a Sergio Bohe, su legado en la política de Comodoro Rivadavia está lejos de concluir. Su influencia hacia el actual intendente de Comodoro, discreta pero palpable, sigue marcando el ritmo de los acontecimientos políticos en la ciudad. Como «Monje Negro», su figura es un recordatorio de que el poder no siempre se ejerce a plena vista, sino muchas veces desde las sombras.