Marcharon los Autoconvocados en Comodoro: El Miedo del SOEM y la APJ

La movilización de los autoconvocados en Comodoro Rivadavia superó en número a los gremios tradicionales, revelando una creciente brecha entre los trabajadores y sus representantes sindicales.

El viernes, las calles de Comodoro Rivadavia fueron testigos de una nueva manifestación. Esta vez, no fueron solo los gremios tradicionales quienes tomaron la iniciativa, sino los autoconvocados, quienes se presentaron en masa. A pesar de los permisos otorgados por la municipalidad, los gremios como el SOEM y la APJ apenas lograron movilizar a una pequeña cantidad de adherentes, mientras que los autoconvocados superaron los 200 participantes.

La marcha dejó al descubierto una realidad incómoda para las autoridades y sindicatos de Comodoro Rivadavia: los trabajadores autoconvocados son una fuerza en crecimiento. Con más de 200 personas presentes, su presencia fue abrumadora en comparación con los 15 representantes del SOEM y los 11 de los jerárquicos. Esta disparidad de números cuestiona el respaldo que realmente tienen los gremios entre los trabajadores municipales.

Los gremios, históricamente alineados con las autoridades municipales, parecen haber perdido la confianza de una gran parte de sus representados. Durante años, se ha acusado al SOEM y a la APJ de «tranzar» con las autoridades locales, firmando acuerdos salariales a la baja y permitiendo el ingreso de personal de confianza política. Esta situación ha generado un profundo malestar entre los empleados municipales que se sienten desprotegidos ante los arreglos entre sus líderes sindicales y el poder político.

La crítica más dura apunta al hecho de que, cuando los autoconvocados no son perseguidos y pueden manifestarse libremente, su número evidencia que son más del doble que los afiliados a los gremios tradicionales. Esta realidad pone en jaque la legitimidad del SOEM y la APJ como representantes de los trabajadores municipales, ya que, según los manifestantes, solo defienden intereses particulares y no los del conjunto de los empleados.

El descontento no solo es evidente en las calles, sino también en la narrativa que rodea a los gremios. Los trabajadores acusan a los sindicatos de firmar paritarias que no representan las verdaderas necesidades salariales de la mayoría, todo en un marco de favores políticos que socavan la credibilidad de las organizaciones. Con cada marcha, la distancia entre los trabajadores y sus supuestos representantes sigue creciendo.

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